La rica raíz de la palabra “Olivo”

Es bien sabido que los medios de comunicación posponen para el verano algunos temas que son interesantes, aunque no sean de rabiosa actualidad. En este blog hemos ido guardando durante algunas semanas un texto que nos llamó la atención y del que queríamos hacernos eco desde hace tiempo.

Y es que el pasado 12 de marzo, en las páginas del dominical de El País, salió publicado un interesante artículo del lingüista e historiador francés de la escritura Louis-Jean Calvet, titulado “Elogio de las voces diversas” o “¿Necesitamos aprender quechua, si ya hablamos español?”, disponible en la versión electrónica del mismo medio.

El artículo es una extensa y razonada defensa del plurilingüismo en los países y una llamada a las autoridades a respetar y a celebrar, desde la tolerancia, la existencia de una riqueza cultural de este tipo.

Por razones obvias nos interesó mucho el párrafo que el autor dedicó a explicar el origen de las palabras “olivo” y “aceite de oliva” en lengua española:

“(…) el aceite que se saca de la oliva se sembró de forma natural a partir de la misma raíz, griega, latina o árabe. El par latino olea (“oliva”) y oleum (“aceite”) se mantiene en italiano (olio y oliva) y en francés (huile y olive), mientras que el español partió de la raíz árabe, con las palabras zit, que dio aceite, y zitoun, que dio aceituna. El mismo nexo existe en griego moderno entre Λάδι (“aceite”) y ελιά (“aceituna”). En el Mediterráneo, el aceite no podía ser más que de oliva. Y estas raíces se encuentran también en otros países en los que no crecen olivos, pero cuyas lenguas han tomado prestadas palabras de las lenguas románicas: oil y olive en inglés, öl y olive en alemán, de tal forma que olive oil y olivenöl etimológicamente son tautologías”.

Esta tautología se repite también en catalán al denominarse “oli d’oliva” el aceite de oliva.

Calvet utiliza este ejemplo para demostrar que desde hace siglos los pueblos se desplazan y se mezclan, sus idiomas entran en contacto y toman palabras y expresiones unos de otros. El español, como el catalán, el gallego o el italiano, tienen muchas palabras árabes, románicas y de otros orígenes. Así que, finalmente, es inútil poner puertas al campo: las políticas de segregación y bloqueo de las migraciones parecen destinadas a fracasar a largo plazo.

¡Nos encanta que “nuestro aceite” sea un símbolo también de riqueza cultural lingüística!

¡Carpe Diem!

Alfredo y Pierre Ralda